27.10.06

SOBRE LA EDAD DEL VIENTO
Mireya Hernández

Quise ser la fuerza,
el gesto auténtico,
la noche perfecta,
la luz amanecida a la orilla del mar
y los recuerdos.
Intenté muchas veces
colocarme el vestido de Casandra
y huir de la ciudad en llamas que tanto
conocía.
Los gorriones heridos me atraían,
los pies descalzos,
las horas lentas,
las casas apenas habitadas.
Decidí entonces meterme en la palabra
en
el sonido mínimo
de
la
gota
al
caer.
Por eso estoy aquí
desnuda
con todo lo que tengo.