27.6.07

MUERE POETA GUATEMALTECO OTTO RAÚL GONZALEZ

El sábado 23 de junio falleció en la ciudad de México el poeta guatemalteco Otto Raúl González, tenía 86 años.

Inició la carrera de derecho en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Se graduó de abogado de la Universidad Nacional Autónoma de México, país en el que vivió exiliado desde 1954 y donde desarrolló casi toda su obra literaria. Hace unos meses la Universidad de San Carlos de Guatemala le confirió el título de doctor Honoris Causa.

Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines 1990 en México y el Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias en su natal Guatemala, entre otros. Considerado el fundador de la poesía social de Guatemala, sus obras fueron traducidas a más de una decena de idiomas. Sus principales libros fueron "Voz y voto del geranio", "Para quienes gusten oír caer la lluvia en el tejado", "Brujos y chamanes", "Juegos palindrómicos" y "De gente educada", entre los más de 40 libros de ensayo, cuento, novela y, sobre todo, poesía que publicó.

Sus cenizas, de acuerdo a su última voluntad, fueron esparcidas en las aguas del lago de Atitlán, ubicado a unos 140 kilómetros al oeste de la capital guatemalteca.

-----

POEMA ANADRIO - Otto Raúl González

Quien primero vio una nube de color anadrio
era un joven pastor de diecisiete abriles
que más tarde fue monarca de su reino
y hombre feliz hasta decir ya no,
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
En mil quinientos veinte
un español porquerizo de Castilla
vino a América y cuando se internó en la selva
vio un árbol de color anadrio
ese mismo soldado de fortuna
más tarde comió con Carlos V
y fue virrey;
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!

En la época moderna otras personas
han visto objetos de color anadrio
y su suerte ha cambiado en forma radical.

Un pescador vio una sirena cuya cola
era anadria y desde entonces
pescó y pescó y pescó y pescó y ahora
es dueño de una flota ballenera;
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!

Vendía periódicos un niño,
rapaz sin desayuno, de pobreza trajeado,
un día en su camino vio una piedra
que era, por supuesto, de color anadrio.
Ese niño actualmente es accionista
de una inmensa cadena de periódicos;
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

Pinte usted
las paredes de su casa
de color anadrio
y le irá bien.

(De Diez colores nuevos, Editorial Praxis, 1993)